Soledad

Hoy vuelvo a sentir la soledad. La soledad del huérfano, del carente de vínculos familiares. Esa soledad que desde hace mucho tiempo, mas de veinte años ya, me ha acompañado donde fuera, y haciendo lo que fuese. Da lo mismo.

Las cosas pasan, y muchas veces somos tan culpables de que ocurran como la vida misma, que con su virtual providencia nos anuncia nuestro destino, pero somos pues, nosotros, los forjadores de nuestra desgracia. Tiempo llevaba mi vida trastocada, entre bambalinas jurídicas y penitenciarias, que permitían ocultar una verdad que obviaba, una situación que existía pero todos negábamos. Dentro de poco algunos me dirán que todo se soluciona, que la tensión de estos momentos son la causa, otros me exigirán cambios que no deseo, ya que no creo en ellos. Amar no es sufrir ni hacer sufrir. Amar es vivir, sentir, hacer reir, luchar, aprender a gozar de la vida misma.

Lo único que he descubierto, es lo que es cierto. Que uno es quien es y de quien es. Que los vínculos familiares, son eso, trozos de cariñó que fácil se desgarran, que pronto dejan de existir, o tan siquiera existen cuando deben existir. Así con estas me queda un trocito de familia. Aquella a la que el destino y las circunstancias me arrebato, y la vida me devolvió. Aquella que surgió de mi interior, y en la que corre por sus venas la misma sangre que permite a este cuerpo soportar la amargura de un situación angustiosa, violadora de mis pensamientos, la soledad de este momento.

Deseaba un fin de semana junto a mi hija, deseaba un hombro donde apoyar mi rostro bañado de lágrimas. Deseaba tantas cosas que llevo deseando tanto tiempo, que no me dí cuenta de mi ceguera. Ahora me doy cuenta del castillo de naipes que había construido en torno a mi vida.

Una vez más, se que soy como extranjero, que soy un solitario que volverá a la senda de su camino, en compañía de su dolor, de la angustia, de los buenos y malos recuerdos, de lo que no fue ni será, de lo que quiso ser.

Alguna vez me han dicho que amar, es comprender, es perdonar, es… ¿porque siempre amar es hacer cosas complicadas? No entiendo el amor. Cada uno lo pone en un sitio distinto, cada uno te cuenta su propia verdad, pero la única verdad es que frente al amor todos actuamos igual: de forma egoista, interesada.

Entiendo ahora pues, por que alguno hablan del paisaje de la muerte como el fin de los tormentos, que esta vida tan azarosa a todos nos lleva, pero al mismo tiempo, no puedo olvidar los bellos momentos que he vivido, los maravillosos días que aun me quedan. Si algo ha cambiado, es que me siento querido por mis hijos, los que perdí, Sandra y Borja, y la que he visto crecer, Maria.

Son ellos ahora, las que me dan la fuerza necesaria para afrontar los difíciles momentos que se avecinan, pues hasta las cuestiones personales, son de vital importancia para mi futuro en prisión. Pero el solo pensamiento de volver a sentir el calor de la vida, el abrazo de mis hijos, me ha permitido, levantarme de la profunda depresión en la que llevo sumido desde ayer, y aunque quizás este escrito sea algo inconexo, vuelve a ser mi vehículo de relajación. Algo que me hace sentir que estoy vivo, que existo, que importo.

Es una historia más, distinta quizás, pero todas son distintas. Todos somos diferentes, y cada uno llevábamos pues, nuestro San Benito particular.

Un saludo a todos.

Editado al dia siguiente.

Bueno, quería dejar constancia de que aunque deprimido, vuelvo a ver la vida con el color al que estoy acostumbrado. Ni las pesadillas de esta noche, ni la ausencia de la voz de mi hija, ni la ausencia del cariño, han podido conmigo. Se que a partir de mañana lunes se complica todo. Mi posible condicional negociada posiblemente con el Juzgado (al darse cuenta de que «se habían equivocado» resulta que entro otra vez en condicional en septiembre, y se supone que esta vez, mis abogados si protestarán l ausencia de informes motivados (sobre todo después de demostrarse lo bien que miran los expedientes).

Ahora estoy con la recomposición de Mi casa. Vuelvo a ser un marujo, un single. Llevo ya dos horas acarreando decenas de bolsas con latas de cervez, bricks, plasticos, periodicos, y otras cosas que se almacenaban en mi casa. De paso mientras lavar la ropa de cama de mi otra casa, la que no he dejado, la del CIS. Reorganizar mi ropa que estaba ordenada según unos criterios de desorden que no era normales. Después me pondré a pasar los recibos domiciliado, y sobre todo. No permitiré que la depresión acampe a sus anchas por mi agotado corazón.

Al tajo…