Gracias a los que confian en mi

La verdad es que a veces se que me paso, pero nunca escribí en este blog pensando en hacer amigos, y la verdad, es que quitando a cierto personaje que por su falta de respeto a las personas que por circunstancias de la vida tienen algo que ver conmigo, no censuro a nadie.

Hoy, me he sentido bien, pese a lo difícil de los momentos que vivo. Hoy se que tengo muchos amigos, amigos de verdad, amigos de los que cuentas con ellos en los momentos difíciles y no salen corriendo por la calle de al lado.

Hoy me doy cuenta, de que aquellos días en los que viaje por la senda de los elefantes, del cerro L Mica (al lado de mi oficina y por donde paso todos los días), o La China (al lado de mi casa),o Pitis, ultimo bastión de los supermercados de la droga, muchas cosas han cambiado.

Entre otras, el que yo no miento ni a mis hijos, ni a la gente sobre mis vicios pasados o presentes, sobre mi pasado, sobre lo que quiero y lo que soy. Mientras, veo y observo impasible porque la suerte actual esta en un tercio difícil de jugar, donde la suerte no entra a matar, sino la espera de un toque de la presidencia, por ver si el indulto sale adelante, o si al final uno tiene que templar el hierro y dar a la suerte de la muerte.

Me doy cuenta, perfecta cuenta, del cinismo social de quienes se creen en la certeza moral de criticar a quien no de verdad no conocen, quedando ciegos de amor sensiblero, paternalista, no quieren ver con ojos claros y diáfanos, lo que su triste realidad conlleva. Los metideros que en sus entornos familiares direm con absoluta falsedad, entorno a un falso sentimiento de amor y concordia, no son sino reflejo de la gris realidad que viven, en la que la mentira, la hipocresia, dan paso al que diran más propio del siglo diecinueve, que a la realidad social de una familia de trabajadores.

Porque decir, «problemas con el alcohol» cuando queremos decir «alcohólico», porque decir, «me voy al servicio» cuando quiero decir «voy a fumarme un porro», porque decir «es que es mala persona y un drogadicto» cuando en tu casa tienes dos o mas. Claro esta, que es más facil acusar al otro, de señalar con el dedo, que mirar su propio ombligo relleno de problemas reales que no superion ni sabran afrontar jamas.

Parece un culebrón. Si lo se.

Pero es el culebrón que vivimos muchos de los que por haber salido del circuito social, tenemos que soportar, la ignominia de aquellos que pese a no haber pagado por sus actos, son merecedores de otras muchas cosas, entre otras de la hipocresía social que de personas y familias como ellos depende.

Es curioso, que aquellos, que incumplen leyes, dados a la piratería (Canal +, e-mule, bajas laborales con toda la jeta del mundo, …), otros que engañan a sus empleadores, otros que dicen trabajar y lo único que se procuran es un salario sin interés alguno por su empresa, consumen ingentes cantidades de drogas escondidos en la estúpida convicción de que los demas no son conscientes de su vicio, cuando pasan horas y horas pegados a la taza del excusado,  se armen en jueces y verdugos de aquellos que llevamos años tratando de solventar nuestras equivocaciones del pasado, que a fe mía que hemos pagado con creces.

Sin embargo, la justicia social pretenderá acaso, que los otros, los malos, defendamos nuestra situación, tal cual deportistas de élite, mostrando nuestra vergüenza en  forma de micciones recogidas en un aséptico recipiente forense, que deja nuestro derecho a la inocencia, privado de toda realidad, cuando somos nosotros, los que por defecto de forma y modo, debemos demostrar nuestra inocencia, frente a la de los otros «los socialmente aceptados», «los que nunca rompieron un plato o al menos lo demostraron» (Ni son todos los que estan ni estan todos los que son)

Una vez mas, me río de todos ellos, porque la verdad, es que a mis cuarenta años, no han conseguido jamas, hacer que doble la rodilla, y pese lo que pese, moriré de pie, pero nunca arrodillado, lo cual no es óbice, para que el día que tengo que pedir perdón lo pido, para ser humilde cuando he de serlo, para pedir consuelo cuando tengo que hacerlo.

El orgullo, el orgullo… (me callo pero algunos saben de que hablo) es la estupidez del que no puede reconocer cuales son sus defectos, y pedir ayuda para sobrellevarlos. De no querer ver las limitaciones que la vida y el nacimiento nos imponen a todos los seres humanos, ya sea por conducta, o por genética.

Yo se que tengo muchos, y día a día, crezco con el oír de unos, el sentir de otros, y la esperanza y la ilusión, que nunca pudieron robarme, ni los instalados del sistema, ni los que se lo creen.

A otros, solo puedo deciros, que siempre he sido un sagitario loco, enamorado de la vida, iluso del sentir, pero que de niño aprendí una cosa con la dureza de un estado de cosas sociales, la dureza de un cuerpo, La Legión, que me ha dado la fuerza necesaria para sobrevivir en este mundo. El valor de mi palabra. La única que tenía, la única que valía, cuando me dejaron tirado en Carabanchel, en Ocaña, o en Herrera de La mancha. Mi palabra me dio, cobijo; me dejo, dinero; me dio, fuerzas, y me permitio conocer personas que ha día de hoy, darian su vida por mi, como yo por ellos.

Eso,… eso hay gente que jamas sabra de lo que hablo.

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