Carta abierta a mi hija Maria

Hola mi amor. Se que algún día leerás esta carta, no tardando mucho pues te acercas a la edad de tus primeras lecturas, aunque quizás tendrá que pasar más tiempo aun para que comprendas, o mejor dicho al menos conozcas algo mas de lo que a buen seguro sabes hoy.

Hoy es el día en que alguno, mas bien muchos celebran la Natividad del Señor. Lo cierto es que casi todos celebramos algo, aunque sea por la inercia de los colores, de las luces, del paso nervioso y consumista que se instala en nuestras vidas.

Yo por desgracia, no celebraré la Navidad que deseaba, y con hoy son ya 65 días los que llevo sin verte, sin oírte, sin sentirte, sin jugar contigo, sin enfadarme, sin reír a tu lado, sin asombrarme al ver lo bonita que eres.

Dejo estas lineas para decirte, que si alguien te dijo que no te quiero, miente. Que si alguien dice que nunca me preocupe de ti, miente. Que si alguien te dice que no me importas, miente.

Mienten, porque la angustia que llevo dentro, las lágrimas que día tras día refrescan mis mejillas, los mensajes de móvil que envío, las llamadas a buzón caído, y todas esas sensaciones que llevo dentro, son por ti mi amor. Son por mi reina chiquita, vivaz y alegre, que ha llenado cada uno de los días en los que he vivido junto a ti.

Mienten, porque tus hermanos y yo, lloramos por ti, por vernos juntos, por sentirnos unidos. Quienes mejor que nosotros, para saber de que estamos hablando en estas lineas, al respecto de las separaciones forzadas, de los usos interesados, de la miseria humana.

Cuanto daría por estar unas horas a tu lado, reírme junto a ti, subirme a lo mas alto del columpio al que no subes por primera vez si no es de mi acompañado, haciendo sentir que aun son joven, fuerte y alegre. Cuanto daría por estar a tu lado, y que las lágrimas que impiden que siga escribiendo se tornaran carcajadas, risotadas y todo quedará en una pesada experiencia con el tiempo olvidada.

Pero no. Sera un señor de esos que deciden las cosas, cuando dos adultos son incapaces de hablar, de dialogar, de ser meridianamente justos, el que dentro de unas semanas decida, si es que localizan a tu madre de forma jurídicamente valida, como podre verte, cuando podré verte, y si podre verte.

Volverán las historias de uso inmorales de cosas sabidas, de pasados tortuosos, las preguntas indecentes, las valoraciones partidarias, los testigos manipuladores, y un sin fin de historias de adultos, que a buen seguro continuaran haciendo mas daño, añadiendo leña al fuego del horror. Después, solo después, nuestro tiempo comenzara de nuevo a contar.

Ya no seré el hombre orquesta de una empresa, sino un director de una gran grupo, que tendrá sus fines de semana, para jugar con su hija, para verla crecer, para tener tiempo con su hijo de diecisiete años, que necesita en estos momentos el apoyo de un padre que no pudo tener, para estar junto a vosotros, caminar bajo la zizageante brisa de mis sierras, que ronronea entre las hojas de los pinos, loas abetos y el granito de sus piedras, dormir bajo la luz de luna, abrazados por el manto del romero, la hierbabuena y el espliego.

Podre soñar a tu lado, reírme contigo, oír tus historias y contarte esos cuentos que tan pocas veces pude contarte. Podre dejar las lágrimas para otro momento de mi vida, que tardará en llegar seguramente.

Hoy, no estaré a tu lado. Solo decirte, que tu estarás en mi corazón, en mis sentimientos, y en mis deseos. Hoy con todas mis fuerzas, pediré a mi dios interior, que me fuerzas para soportar la angustia de la separación, para la ignominia de aquellos que te alejan de mi, no les permita manipular tus sentimientos.

No eres el juguete de nadie, eres la hija de mama y de papa. El resto, son personas, que conforman una familia, que dicen y hacen cosas bonitas, pero que cuando sus intereses cambien, se olvidaran de lo que dijeron. Tu, hija mía, por suerte o por desgracia, eres hija nuestra, de los dos, y nada ni nadie, debería estar entre los dos, pues seremos nosotros quienes nos preocuparemos por ti, durante toda tu vida, hasta el final de nuestros días.

Extiendo mi mano, y siento que deposito sobre la palma, el calor de mi amor, la fuerza de mis deseos, el cariño que por ti siento, y con toda mi fuerza al viento lo dejo. Que el tiempo viaje por el firmamento, y esta noche sientas todo aquello que amo, que es mucho mi reina.

Te quiero Maria.

2 thoughts on “Carta abierta a mi hija Maria

  1. Enrique

    Maravilloso… lacrimogeno… alucinante.

    Pasas del odio al amor, de la ruina al fortuna, del dolor al placer. El ejemplo claro de un ciclotimico o quizas un poco bipolar?

    No he podido evitar leerme casi las 500 paginas de tu blog.

    No he podido evitar pensar, que muchas veces las personas son victimas de su entorno, de su situacion, de sus vivencias, porque despues de leerte, es de libro, como mucho de lo que aprendi en la universidad.

    Desde luego, que tu fuerza, tu resolución para superar toda adversa situacion, es digna de encomio, pese a que esas situaciones son probablemente, a causa de la necesidad de cariño, de amor, de una compañera fiel… y trabajadora, de un espacio vital que has suplido muchas veces con lo primero que se te puso a tiro.

    Dale tiempo a tu vida, lucha por tus hijos, y seguro que en breve, vere tu alegria por la vida, escribiendo algun que otro cinico y duro articulo sobre nuestra sociedad, visto desde esa perspectiva tan especial que tu le imprimes.

    Un saludo, Caballero Legionario, porque eso es lo que eres, un CABALLERO.

  2. agustin

    Mis más sinceros sentimientos de solidaridad, amigo.
    El más puro de los sentimientos que un ser humano puede albergar es el amor sincero y sin tapujos hacia sus hijos.
    Ánimo en los momentos de agobio, no estás solo. Si de algo te vale, te incluyo en mis oraciones.
    Un abrazo sincero.

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