El arte de la negociación
Si hay algo que odio es llegar a puntos extremos en la vida, donde los valores personales comienzan a diluirse, las buenas palabras y los mejores deseos, no son sino formas eufemísticas de darle brillo a una situación que unos denominan negociación y yo prefiero titular bajo el epígrafe de guerra.
Y en cierta manera es una batalla donde cada las partes ponen de manifiesto sus fuerzas, tensan las situaciones, mueven ficha, y tratan de poner al adversario en una situación de inferioridad que determina el fin de las negociaciones, por lo general, en términos de armisticio (permítanme el uso de un palabra tan beligerante) donde una de las partes concluye como clara perdedora.
Sin embargo, y aunque esta es la formula más habitual en el ser humano, es del todo cruel e innecesaria en la mayoría de los casos.
En la actualidad, yo me encuentro (que raro) en una de esas situaciones, como la aquí descrita, con elementos de tensión que a mi parecer son innecesarios, más cuando por mis conocimientos, y por el trabajo mal realizado por parte de los generales de campo de la otra parte, ciertos despistes pueden salirles muy caros, al menos en lo jurídico y lo empresarial.
Tanto yo como mi abogado, un autentico maestro de la negociación, la más puro estilo de la Hardvar Business School, trata de ubicar y definir la ZOPA o Zona de Posible Acuerdo, entorno a un contrincante obcecado, que trata de ponerme en una situación insostenible, y de la cual sólo puede resultar su mayor perdida y la mía.
En esto, me viene a la memoria, tiempos pasados, y por supuesto, tiempos futuros, sirviendo este artículo como advertencia a mi parte contraria, lectora de mis líneas, de que hemos llegado al punto a la frontera del pareto, y de insistir en superar el L.S.(limite superior de la ZOPA) seremos pues compañeros de una gran mierda, que nos manchará ambos dos, cuando la realidad palmaria, es que hay un punto de inflexión en el que todos saldremos ganando.
Además, saldrían ganando las personas. Si esas que conforman la masa empresarial, y no son meros número especulativos, llenos de valor intrínseco ligados a unos objetivos económicos, sino de equipo, humanos, y que parece ser, no forman parte casi nunca de estos juegos de guerra empresarial, más propios, de la necedad humana que de los valores humanistas y personales.
Ho Yen Hsi: … Hago a mi enemigo tomar mis puntos fuertes por puntos débiles y mis puntos débiles por puntos fuertes, mientras convierto sus puntos fuertes en débiles y descubro sus puntos fuertes. Me oculto para que no pueda verme y callo para que no pueda oírme.
Arte de la guerra de Sun Tzu