No consigo adaptarme…
Por más que lo intento no puedo. No consigo un espacio mental en el que me sienta a gusto, en el que encuentre la paz y el sosiego necesarios para disfrutar de mi vida, disfrutar de mis hijos, sentir calor en vez de frio.
Han pasado ya casi tres meses de mi estancia en el Centro de Insercion Social, Victoria Kent, o lo que es lo mismo, un mero eufemismo de Sección Abierta o Tercer Grado. Desde entonces, poco o nada he podido disfrutar de los mios, sin ser bajo un arrebato de incidencias de mi empresa, la presión de horarios de entrada y salida, y un sin fin de vivencias nada agradables.
Y no, no me adapto a este estadio de semilibertad, en el que simplemente somo dos apellidos que tienen un horario de salida y otro de entrada, que dormita en un catre alojado en una barraca de altos techos, infernal en el verano, y polar en estas fechas que se acercan, donde solo un poco de humanidad de algun compañero ayuda a pasar las pocas horas que te obligan a estar despierto, hasta el recuento de las 12:00 PM (por decir una hora, ya que algun dia se olvidan de ue algunos nos levantamos a las 6:00, y que debemos dormir al menos 7 horas seguidas…).
Quiero ver mi empresa relajada, colocarla donde queria que estuviera, olvidarme de estar donde nuca quise estar, disfrutar de mi tiempo con mi hijo Borja, acompañar en su camino a mi hija Maria, sentirme cerca de mi hija Sandra, disfrutar de los privilegios de un abuelo con Marco Antonio, encontrar a mi hijo Aitor, … y ser feliz con mi mujer, Yolanda.
ESas son las cosas a las que quiero adaptarme, reinsertarme. Para eso todos los dias, al levantarme me acuerdo de probar un nuevo cristal de colores, para empezar el dia con una nueva vision de la existencia, sentir el calor de la vida. Eso es lo que quiero.