Cuando la rabia ruge
Aquéllos que me conocen sabrán que soy algo difícil, de carácter fuerte, recuerdo de un paisaje personal duro y complicado.
Una vez más, observo, que mi comportamiento comienza a presentar esa desocialización que produce el sistema. Sin quererlo grupalizo, adquiero formas de dominación, otras de sumisión.
Un complicado ejercicio realizado en una minúscula, delga e ínfima línea roja.
Es allí donde muchas veces, aquello que quieres decir, muere sin ser oído, ni cumplir su deseo de transmitir un mensaje, correcto, necesario pero incomprensiblemente lejos de la realidad en que convive.
Entonces ruge la rabia contenida, vomitada muchas veces con cinísmo lacerante, mi tiempo quizás para comprender que mi prisión se extiende a aquellos que me aman, a aquellos que me aprecian e incluso a mis enemigos.
Es cuando sin querer mis palabras hacen daño, cuando en vez de salir de mí palabras de aliento, surge el rugir de la bestia encadenada.
Os pido disculpas, por no ser yo mismo. Por permitir que mi rabia os moleste, por la ausencia de palabras de reconocimiento.
Gracias a ti Miguel, por sacar adelante la empresa, tu empresa.
Gracias a ti Yolanda, por sufrir mi mismo castigo, con la usencia de mí junto a tu cuerpo.
Gracias a mi hija Sandra, por ser mi hija, por querer ser siempre mi hija.
Gracias a los García Delgado, por ser mi familia, y torear mi carácter.
Gracias a Angel, a mis amigos Cubino, Liza, y otros, que por nuestra relación comercial, habéis acrecentado mis esperanzas y confiado en mí.
Gracias y comprender lo que surge a veces del interior, no es sino un rancio momento del pasado, del que siempre me arrepentiré.
Jefe… no es mi empresa… a lo sumo sólo diria que es nuestra, pero aun asi, esto lo habeis sacado ustedes con dolor y lágrimas y por eso y porque te veo como un amigo y una persona que vale mucho más de lo que te puedas imaginar doy el resto para que cuando salgas vuelvas a dar caña 🙂