Caminando con la mente
Después de tantos años, desvinculado de estas cosas, de las asociaciones de acogida como el de APROMAR (Angeles), Mª Angeles para los presos, me había olvidado de esa experiencia tan dura que supone la convivencia con enfermos terminales.
Viene a mi el recuerdo de Javier, que en paz descanse, con quien tuve el placer de caminar.
Primero jugamos tremendos partidos de frontenis, en ese patio contrahecho de la Quinta Galeria de Carabanchel
Después, solo pude caminar con un ser enfermizo, en el que el VIH …. a una vertiginosa drecripitud de un cuerpo y un alma.
Fue Angeles, quien se apiadó de él, y luchó por su liberación por el artículo 70, cuando ya la muerte esperaba paciente un momento, en una celda del Hospital Penitenciario.
El amor de Angeles, los compañeros del piso de acogida, miembros de la Asociación permitieron que viviera entre nosotros durante seis años, que compartiéramos con el nuestra amistad, nuestro dolor y nuestra comprensión. Cantamos, bailamos, cocinamos, vivimos una vida digna, una dulce muerte, que entra en mis venas herencia tan solo unos años, una herencia de politicas que se afanaban con especial …lugar la existencia de drogas. Que hipócritamente se negaron al reparto de jeringuillas en las piscinas.
¡¡Javi, se feliz donde estés, campeón!!
Ahora, diez años después, vuelvo a darme cuenta de una realidad que existe. Vuelvo a sentir la presencia de la muerte, rondando el patio, como pegajosa sombra que acompaña, a un amigo que a mi vera camina.
Vuelvo a ver la cara cruel de un sistema que no funciona, que se olvida de aquellos que no tienen, que no tuvieron. No tuvieron las mismas oportunidades que yo, que otros.
Veo como la justicia, la sociedad, vuelve la cabeza una y otra vez. Castigan, pero no olvidan. Castigan, y no funciona.
¿Dónde? ¿Dónde está? La ….. de medios, está rota. Ay!, Constitución. Dónde estarán los derechos, porque muchas veces, las más, no existen. Sólo vemos las obligaciones, o mejor, sólo se le aplican a algunos.
¿Dónde está el derecho a una muerte digna?
¿Es que acaso, no hay cordura para ello?
Ahora bien, si le conceden la libertad por enfermedad incurable, ¿le volveríais a dejar solo en la calle?
No, la ley le buscará cobijo, apoyo. Para vivir los últimos días de su vida, con la dignidad humana que hace muchos años se le negó. Con el apoyo de aquellos que de corazón le respetarán y comprenderán quizás asi, su comportamiento sea digno y social, con aquellos que le negaron su apoyo.
Eso espero, compañero. Yo, estaré allí para el reto.
“-lo peor del mundo, -continuó O’Brien- varía de individuo a individuo. Puede ser que le entierren vivo o morir quemado, ahogado o de muchas otras maneras. A veces, se trata de una cosa sin importancia, que ni siquiera es mortal, pero que para el individuo es lo peor del mundo.”
1984 [George Orwell]