Dame un “tripi” que quiero conducir
Ayer por enésima vez, viniendo de mis entrenamientos de Paintball, a eso de las 23:30, una vez más colocamos al inconsciente de turno (suave adjetivo para un capullo integral) que justo delante nuestro, gira en dirección prohibido, además de peligrosa por lo difícil de la maniobra.
El lugar, el que sirvió de espanto para una familia entera de sudamericanos que a eso de las 7 de la madrugada, de no hace muchas mañanas, realizo la misma maniobra ilegal, siendo golpeada violentamente por un autocar que circula correctamente, y con el resultado de toda una familia muerta (cinco de los siete ocupantes creo, lo cual ya es algo ilegal dadas las características del vehículo).
Hoy, durante dos trayectos, ida al Centro de Datos, y su vuelta, he asistido a no se cuantas acciones, de carácter asombroso, preocupante, terrorífico.
En la incorporación a la autopista de Valencia, imbécil dando marcha atrás, para un recorrido de unos 200 metros en plena incorporación de una Autopista.
Pamplinas medio dormido que se ha cruzado del carril izquierdo (si el que usan algunos de potente y caro coche que piensan que ese carril es para ellos, como el del medio) hasta el arcén, chocando contra la protección, y por supuesto tras despertarse, no ha dudado en acelerar bruscamente, para recuperar su carril perdido, ¡el izquierdo!
Camión de 18 toneladas, a más de 160 km/h, con verdadera prisa por llegar al MercaMadrid, momento en el cual, un despistado de esos que las rayas continuas parecen ser un problema de exceso de pintura, cruzando los dos carriles, mientras otro segundo camión dubitativo, taponando la única vía de escape del despistad, de nuestro coche, y por añadidura del zumbado de las 18 toneladas, ha tardado un tiempo increíble hasta reaccionar con acierto, dejando el hueco necesario para que no ocurriera nada.
Al sonido tronador, casi anormal de la bocina tuneada del hijo de puta el camión asesino, mi colega ha soltado un “Dame un tripi, que quiero conducir”